La actividad física lograda con un programa de entrenamiento disminuye la incidencia de enfermedad coronaria y puede hacer más lento el progreso de ateroesclerosis en las arterias. La hipertensión arterial puede mejorar. Los requerimientos de insulina en los diabéticos puede disminuir, la obesidad disminuye, mejoran las lumbalgias y los dolores causados por artrosis, la función inmunológica se fortalece, posiblemente llevando a menor incidencia de ciertos canceres e infecciones y la salud mental mejora.
Los tests de ejercicio son utilizados para evaluar la tolerancia al ejercicio en una persona y analizar los motivos por los cuales el cansancio se produce. En pocas palabras, estos estudios cardiopulmonares pueden decirnos nuestra capacidad para sostener una determinada tarea física en el tiempo.
El músculo está diseñado para fabricar “monedas de energía” para ser usadas durante la actividad física. Estas monedas pueden mantener un ejercicio sostenido. Esta energía se fabrica a partir de la llegada al músculo de nutrientes, que pueden ser azucares, grasas o proteínas. Cualquiera puede ser usado, pero las proteínas se utilizan para producir energía solo en condiciones de excesiva desnutrición. La presencia del oxígeno hace que esta maquinaria sea más eficiente en la producción de estas monedas de energía. El oxígeno debe “salir” de los pequeños vasos sanguíneos que rodean a las células musculares, entrar a las mismas y llegar al sitio donde esta maquinaria funciona. Cuando el oxígeno no está presente, se dice que la actividad física es anaeróbica. Si bien esto en un principio sirve para que hagamos actividad física más allá de nuestra capacidad aeróbica, la producción de monedas de energía es mucho menor en comparación 36 contra 3!, y un producto final de la combustión, llamado ácido láctico, que tiene consecuencias adversas, como lo son el limitar la tolerancia a la actividad física.
Con el entrenamiento, toda esta maquinaría se hace más efectiva, y las fibras musculares se rodean de muchos más vasos sanguíneos, lo que facilita la llegada de nutrientes y oxígeno. En resumen, se puede decir que al mes de un programa de entrenamiento adecuado, la capacidad muscular de atrapar oxígeno para fabricar estas monedas de energía aumenta un 15%; A los dos meses, hay un 20% más de vasos sanguíneos rodeando a las células musculares, con el consiguiente mayor aporte de nutrientes; a los 6 meses, la capacidad de producir energía y sostener trabajo puede mejorar un 50%, debido al aumento de todas las proteínas celulares implicadas en el mecanismo del trabajo físico.
El entrenamiento aleja el momento en que la utilización anaeróbica de ejercicio comienza a ser necesaria, trayendo con esto muchos beneficios como lo es mayor continuidad de la actividad antes del punto de fatiga muscular.
El consumo de oxígeno máximo puede incrementarse en promedio a 4 veces el valor de reposo en personas no entrenadas, pero alrededor de 10 veces el valor de reposo en las personas con adecuado entrenamiento.
El umbral de actividad aeróbica, es la mejor forma de separación entre la zona en que la actividad física puede ser sostenida y la que generará el cese de la actividad física por fatiga muscular. Es, en otras palabras, el límite superior de nuestra capacidad de trabajo sostenido.
Con el entrenamiento, se logra que una actividad que solo era posible realizar por corto tiempo y echando mano a las reservas celulares, pueda ser posible en forma aeróbica y dejando más reserva para un incremento adicional.
Luis Wehbe,
Fellow, American College of Chest Physicians
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