Al final, será una cuestión de dos. La ausencia de Tyson Gay, que concluyó quinto en la semifinal de los cien metros llanos, merma una de las finales más esperadas de la historia del atletismo. La eliminación del estadounidense convierte la cita en un mano a mano entre el jamaicano Usain Bolt, vigente récord del mundo con un tiempo de 9,72, y su compatriota Asafa Powell.
Cada uno representa un concepto distinto de la velocidad, un modo distinto de concebir el atletismo. La fuerza de uno y la inteligencia del otro; la explosividad de Powell y la aceleración de Bolt. En definitiva, argumentos más que suficientes para convertir la carrera en un magnífico espectáculo para los aficionados del deporte.
Bolt fue el último en pulverizar el cronómetro. El atleta jamaicano, de 21 años, aterriza con el aval de los 9,72 logrados en Nueva York hace unos meses. Bolt es la antítesis al prototipo de velocista que se ha impuesto en las últimas décadas. Su figura estilizada, derivada de sus 1,96 centímetros de estatura, le dota de una larga zancada que se impone en los metros finales de las pruebas. Según él, para ganar la final de esta tarde "hay que hacer una carrera perfecta, es el precio del oro",
Powell es más enigmático de los tres. Posee dos récords del mundo y unas condiciones físicas envidiables, pero a diferencia de Bolt, suele fallar en las grandes citas. Un bronce en el Mundial de Osaka representa un escaso bagaje para unas de las piernas más rápidas del mundo. Sin embargo, esa irregularidad puede ser una de las grandes bazas de Powell, un atleta acostumbrado al todo y la nada.
Cada uno representa un concepto distinto de la velocidad, un modo distinto de concebir el atletismo. La fuerza de uno y la inteligencia del otro; la explosividad de Powell y la aceleración de Bolt. En definitiva, argumentos más que suficientes para convertir la carrera en un magnífico espectáculo para los aficionados del deporte.
Bolt fue el último en pulverizar el cronómetro. El atleta jamaicano, de 21 años, aterriza con el aval de los 9,72 logrados en Nueva York hace unos meses. Bolt es la antítesis al prototipo de velocista que se ha impuesto en las últimas décadas. Su figura estilizada, derivada de sus 1,96 centímetros de estatura, le dota de una larga zancada que se impone en los metros finales de las pruebas. Según él, para ganar la final de esta tarde "hay que hacer una carrera perfecta, es el precio del oro",
Powell es más enigmático de los tres. Posee dos récords del mundo y unas condiciones físicas envidiables, pero a diferencia de Bolt, suele fallar en las grandes citas. Un bronce en el Mundial de Osaka representa un escaso bagaje para unas de las piernas más rápidas del mundo. Sin embargo, esa irregularidad puede ser una de las grandes bazas de Powell, un atleta acostumbrado al todo y la nada.
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